martes, julio 29, 2008












El aroma al té de menta inundaba toda la habitación al momento de sentarme a escribir. Mi vieja royal dada por mi madre quien también la heredo de su familia,  siempre me había inspirado al momento de empezar a esgrimir las primeras frases, lineas, párrafos y hasta hojas de lo que pronto se convertiría en mecha para encender algún asado. Poco a poco la tinta iba impregnando el papel, convirtiendo a los renglones en infinitos correderos de hormigas obreras. José un hombre morocho, trabajador del telégrafo, iba tomando forma a la par de Andrea rubia de ojos celestes y buena familia, su amor de la adolescencia. Siempre me gusto escribir, contadas veces incurrí en géneros amorosos y de poca trama pero con final feliz, aunque desde chico lo hacia sobre las paredes los muebles y el piso. Escribía sin saber escribir y eso me divertía. Como un hábil dominador del Esperanto, confundía a los lectores con mis jeroglíficos indescifrables, esos que intentaban copiar las letras que les veía escribir a mis mayores y también en las propagandas del canal de aire. Nunca me salían como mi cabeza las recordaba y en su lugar millones de lineas, tambaleantes por la mano insegura, se dibujaban salteando las betas de la madera de mi cama marinera. Atrás, desde el pasillo llegaban los gritos de mi mama, alarmada por la buchona de mi hermana, venia retándome aun antes de verme, y yo, sin entender como no se deleitaba con mi literatura, la cual constantemente censuraba con retos y penitencias.  
A diferencia de ella, yo podía releer mis mensajes una y mil veces con un y mil significados diferentes. A veces las traducía dándole honores fúnebres a mi tortuga, desaparecida en un asado dominical, soleado y familiar, en la vieja casa de la esquina. Otras veces recordaba a algún amor del barrio que se llamaría una y mil veces Valeria. 
Hace poco volví a dormir en aquella cama. pero con la diferencia de que ahora crecí y accedí a hacerlo en la de arriba, aquella inaccesible fortaleza a la cual solo los mayores de piernas largas capaces de saltos sobrehumanos como para alcanzar terrible altura eran capaces de conquistar. Ahora es mi tortura pegar el salto cada mañana, para salir corriendo a la facultad a causa de no escuchar el despertador. Pero peor es que ya no están mis obras anónima, primas y queridas, supongo que alguien borro mis letras, aquellas caligráficamente horribles, pero de enorme valor sentimental. Desaparecieron los escritos del niño que profetizaba a los dinosaurios que volverían algún día a dominar el mundo lleno de personajes de plástico y autos voladores hechos de Rasti, destruyendo invaluables documentos históricos de un mundo de fantasía que no volverá jamás.

















martes, julio 22, 2008

no tengo un amor
ni siquiera ficticio
ni de esos
en que los dos nos engañamos
fingiendo que nos queremos
que nos deseamos mas allá de la carne
que me gusta tu aroma
que te gustan mis ojos
nos decimos palabras dulces al oído
y te espero todos los días
en la vereda de enfrente.
no lo tengo
como tampoco me queda inspiración
mis tintas se acabaron
se terminaron mis palabras
y se callo mi boca
no entiendo
como no me di cuenta
de este final
suicidio de mis ideas
cancelación de mis amores
solo queda
lo que hay al paso
eso que se vive instantáneamente
y dura tanto como un soplido
como un fósforo
que tras un fogonazo
se consume tranquilamente
y en poco tiempo.










viernes, julio 11, 2008

querer/desear/buscar
































miércoles, julio 02, 2008

Noche










Quiero comprar un globo
rojo redondo
y volar por el horizonte
Juntar con el dedo
la bruma del mar
y regalárselo a una niña
de moño azul
y sonrisa ajustada
con tornillos y arandelas
Quiero brillar como las estrellas
que en esta puta ciudad no se ven
Quiero ser esas tres
que se le animan a mi ventana
en las madrugadas frías de abril
con la cara redonda y destellante
iluminar las madrugadas
de los poetas enamorados
y de los delirantes.
Quiero saltar por las veredas
y que la gente me vea, me insulte
y que me tomen por irracional
o loco quizá
y sigan su camino
su vida aburrida
Quiero querer
quiero besar
a las personas desconocidas
saludarlas con mi sombrero
en la plaza del pueblo
y a la vuelta de la esquina