miércoles, enero 02, 2008






[TDEDYLCRYQYMM]


Tengo ganas de escribir un libro
De un tirón
En esta noche
De pim a pam
Y de pam a pum
Llenar hojas amarillentas
Con tinta
Redondeando las letras
Y las palabras
Que endulzan las vidas
Y llevan al lector
Más allá de todo
Más acá de nada
















...

que llega otro nuevo año

que se somete a la espera

que se haga verdadera

tu locura y tu ilusión
...


[el príncipe]












Antes del atardecer

"¡No hay batalla peor que las que se disputan contra el tiempo!" Exclamó un viejo relojero mientras ajustaba ritmicamente un diminuto tornillo de la máquina de un reloj que sabía que pronto iba a morir.
Afuera un niño juega con una pelota mientras espera que los pájaros rebeldes, que son el amor, se posen en el cable del tendido eléctrico para desenfundar su honda y dispararles con rústicas, pero cuidadosamente seleccionadas, piedritas de la calle. Rara vez caen don pájaros de un tiro, pero cuando sucede, el niño llora desconsolado y reza, pidiéndole perdón a Dios y ofrece el sacrificio de 4 grillos para que revierta esta situación tan dolorosa.
"¡Hay que encontrarla!, ¡Hay que encontrarla ya, por el bien de todos!" Grita eufórico el comisario refiriéndose a la amante del pueblo, interrumpiendo así por 5º vez el salmo que es leído en latín y nadie entiende lo que dice, por lo que todos aprovechan para gritar sus problemas. Pero es inevitable no observar que esta vestido de gallina ponedora, cosa que en cualquier otro lado, dígase el Arco del Triunfo o el Obelisco, desacreditaría su autoridad y nadie le prestaría atención. Pero acá todos nos conocemos demasiado por lo cual la ley y las quejas importantes no se esconden tras placas de metal, ni los enamorados se ven necesitados de caminar de la mano.
Luego de una larga discución sobre si era realmente necesario los servicios de la mujer en cuestión, se inicia la búsqueda, la cual resulta mas que sencilla ya que el pueblo se ve limitado a tan solo dos cuadras y una idea. Y es así que el comisario vestido de gallina y el resto del pueblo vestido de pueblo encuentran al niño llorando junto a los dos pájaros rebeldes que eran el amor y descubren que la amante del pueblo ha muerto y con ella su verdadero amor, que no era del pueblo y vestía de extranjero.
Todos lloraron y usaron sus mejores pañuelos, aquellos que había bordado la abuela de la abuela de la abuela de quien sabe que abuela, para limpiar sus narices. Todo el duelo duró una semana, ni más, ni menos. Fue hasta que llego otra extranjera, también de lindos cabellos, a quien vistieron con las ropas de la amante y convencieron de que ella no era de allá, si no que de aquí. Al niño le compraron un sueño y cuatro crayones y, aprovechando la distracción de quien ve por primera vez un color, le quitaron su honda por miedo a que mate nuevamente dos pájaros de un tiro.