lado A

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La boca naranja
y la mirada penetrante,
dulce y dolorosa,
que la vida hace perder
en mil días
y una sola noche de amor.
Rubia,
que camina por París
a pesar de no salir del Once
todo lo transforma:
el agua en oro
y el aire
en perfume,
penetrante
hasta el ultimo
de los rincones del alma
sin poder olvidarla
a pesar
de nunca haberla tenido
de no poder dejarla
aunque nunca la besé.
Acá,
desde mi silla,
miro al cielo
y le pido un favor:
quiero verte en la plaza
caminando,
llevando las flores
de la primavera
que nace perpetuamente
en vos,
en tu pelo,
en tus ojos,
y seguir tus pies
hasta la cintura
para perderme
en los campos dorados
de tus hombros
recortados del fino infinito
que te separa de la realidad,
esa
que a cada paso
dejas de lado
opacada,
destrozada por tu presencia.
Maldito,
maldito el aire que te rodea
maldito él,
que puede rozar
cada milímetro de tu piel.
Maldito yo,
que me acobarde
ante el susurro
de los sueños
y me quede sentado
escribiendo
estas lineas
que nunca en tu vida
vas a leer.

lado B

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